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05 mayo 2014


Capítulo 4: EL NÚMERO 12 DE LA CALLE DE LA GRIMA




    Al atravesar el umbral de la puerta de aquel edificio, Zanky comenzó a sentir nerviosismo, su cuerpo sudaba y no sabía por qué. Allí dentro hacía frío, pese a estar en verano. Era un lugar oscuro, lleno de polvo, y olía a rancio, como si tío Vernon hubiera restregado sus calcetines por las paredes.

    Ojochungo hizo un movimiento con su garfio y las luces se encendieron, algunos faroles parpadeaban, y daban una luz verdosa.  El pasillo era largo, avanzaban por él cuando una puerta se abrió y de ella salió la señora Weasley, asomando la cabeza primero.

-          ¡Zankyyyy! –dijo en un gritito ahogado, casi un susurro mientras lo estrujaba entre sus brazos- Qué mayor estás. ¿Has merendado?

-          No, y tengo hambre –dijo Zanky, todavía sudando y temblando.

-          No te preocupes, en un ratito cenaremos – se giró hacia Ojochungo, Lupin y Tonks, que iban detrás de Zanky -. Ya ha llegado, están reunidos.

    Zanky hizo ademán de entrar en la habitación, buscaba algo que echarse a la boca, pero la señora Weasley bloqueó la entrada.

-          Tú no, Zanky, anda, acompáñame, cielo. No hagas ruido.

    Los demás entraron en la habitación y cerraron la puerta tras ellos. Molly guiaba a Zanky hacia el final del pasillo, giraron a la izquierda y subieron unas escaleras mugrientas y llenas de polvo.

-          Le dije a Jermayoni que limpiara las escaleras, ya ves tú el caso que me ha hecho la muy… -murmuró la señora Weasley para sus adentros.

    Zanky se iba fijando, tembloroso, en las cabezas de elfos domésticos que colgaban de las paredes, casi disecadas. ¿Qué era ese lugar? Se dio cuenta también que en cada rellano había un ramito de romero colgando del techo. Incluso se oía un leve zumbido, como un ronquido ligero, tras unas cortinas del primer rellano.

-          Pasa Zanky –dijo Molly, y abrió una puerta.

    Zanky entró, nervioso y sudando la gota gorda, tenía hambre, necesitaba dulce. Jermayoni se abalanzó sobre él nada más cruzar la puerta, le dio un abrazo que casi lo tira por las escaleras.

-          O sea, Zanky qué fuerte lo de los dementores, qué fuerte qué fuerte qué fuerte o sea te lo juro por las playas de Ibiza. ¿Te lavarías bien donde te tocaron no?

    Jerma llevaba el pelo un tono más rubio que el curso anterior, y se había hecho unas mechas californianas.

-          Fueltafo Jefma –dijo Ron, tras ella. El pelirrojo tenía la cara hinchada, con un ojo más grande que el otro y la lengua tan grande que se le salía de la boca. Tenía la cara y brazos llenos de picaduras y mordiscos de todo tipo.

-          Ay mi niño –dijo la señora Weasley, metiéndole la lengua en la boca a Ron- Tienes la negra con los bichos ¿eh? A nadie más le han picado, sólo a ti, ains… Bueno chicos, me bajo que me estoy perdiendo la reunión y luego a ver cómo lo cotilleo con… -Molly pareció triste de pronto- con nadie… ains… esto de estar en un grupo ultrasecreto es lo peor para una cotilla como yo –Abrió la puerta para salir- Jerma, después de la cena quiero las escaleras limpias.

-          ¡Si ya las he limpiado!

-          ¡Ah! ¿Sí? –dijo Molly, aguantándose las ganas de gritar y transformándolas en un susurro forzado- Pues luego pasamos tus vestidos por la barandilla, para comprobar lo limpias que están - y cerró haciendo un amago de portazo silencioso.

-          Zanky, o sea, me tienen explotada, ¡me piden que limpie! ¡A mí!

-          Pof no habef venifo.

-          Ron, o sea, de verdad, parece mentira que no me conozcas. Yo, Jermayoni Granger, jamás me pierdo un cotilleo gordo.

-          Oish, que la señorita ha tenido que limpiar, la señorita pija lo ha pasado mal cogiendo un mocho mientras yo estaba jugándome la vida sin probar el dulce en una semana, perdone usted.

    Jermayoni miró a Zanky extrañada.

-          Zanky… ¿te encuentras bien? Te veo mala cara… estás paliducho… y los ojos inyectados en sangre…

-          ¡Pues claro que no estoy bien! Necesito dulce… ¿dónde lo tenéis guardado? –Zanky comenzó a husmear por la habitación, abriendo cajones y armarios- ¿DÓNDE PANRULOS TENÉIS LA MERIENDA? Mira que no respondo ¿eh? Que estoy mu locooo, dadme azúcar o saco la catana y me quedo solo ¿eh? ¡QUE ME QUEDO SOLO!

-          ¿Pefo a efte qué le pafa?

-          Uyuyuyui Zanky –comentó Jermayoni, tapándose la boca por el asombro- Tú tienes un mono a galletas que no puedes con él, o sea.

-          ¡Yo no soy ningún adicto! ¡¡DADME MIS GALLETAAAAAAAAAAAS!!

    En ese momento un “plop” hizo que aparecieran Fred y George en la habitación.

-          ¿Qué son esos gritos? –preguntó Fred, un poco asustado. Llevaban una magdalena de chocolate cada uno.

-          ¿Qué es eso? –dijo Zanky mirando fijamente con los ojos muy abiertos las dos magdalenas a la vez- ¿QUÉ ES ESO?

-          Pues qué va a ser –dijo George, despectivo, llevándose su magdalena a la boca-, unas magdalenas de chocolate que hemos robado de la cocina antes, las últimas…

    Todo fue muy rápido, Zanky parecía volar hacia ellos, aterrizó sobre los asombrados gemelos sin que tuvieran ocasión de defenderse. Fred soltó la magdalena, que fue a parar junto a la puerta. Zanky saltó a por ella y la atrapó al primer bote. Se la tragó en dos bocados y de nuevo fijó sus ojos inyectados en sangre en la magdalena que aún llevaba George.

-          Ah, no, esta magdalena es mía –y sacó su varita. Zanky se lanzó hacia él- ¡Petríficus Totalus!

    El hechizo alcanzó a Zanky en pleno vuelo pero pareció no hacerle efecto. Aterrizó sobre George y al engullir la magdalena mordió a George en dos dedos.

-          ¿Pero qué le pasa al yonki este?

    Zanky se sentó en el suelo, rechupándose los dedos y los labios. Al cabo de un momento se giró hacia los demás, que lo miraban con los ojos muy abiertos, Ron con uno abierto y el otro cerrado por las picaduras.

-          ¿Qué? No había merendado –los tembleques habían desaparecido y Zanky volvía a ser el de siempre.

    Zanky se sentó en una cama, prestó atención a lo que tenía a su alrededor. Una habitación con un par de camas y mobiliario antiguo, parecía que ahí sí habían limpiado recientemente.

-          ¿Qué es este sitio?

-          El Cuartel General de la Orden del Pavo –dijo Jermayoni.

-          Eso ya lo sé, lo pone en la puerta con un letrero de cabaret, ¿pero qué es?

-          Ef uma ofhwamik sekneta de… -comenzó Ron.

-          Una organización secreta fundada por Dumbledore hace tiempo para combatir a Quien-da-yuyu-nombrarlo –tradujo Jermayoni, dejando a Ron con la lengua fuera.

    Zanky volvió a mirar a su alrededor.

-          Aaam, pues no lo parece… ¿y quiénes son miembros de la Orden?

-          Lupin, Tonks, algunos profesores de Hogwarts, aurores, nosotros… -dijo Fred.

-          ¡Adivina qué! –dijo Jermayoni, como a punto de contar un cotilleo súper mega importante- ¡el profesor Malfoy también es miembro! Lo que pasa es que no está mucho aquí, esta casa no es de su estilo…

-          ¿Y qué hace ese aquí? –protestó Zanky.

-          Dumfledore comfía em ér –respondió Ron, rascándose una mejilla inflamada.

    Unos pasos se oyeron tras la puerta, Molly abrió.

-          Ya ha acabado la reunión, hale, bajad que enseguida vamos a cenar.

    Zanky pegó un salto y salió disparado escaleras abajo haciendo mucho ruido con cada pisada. Al llegar al rellano del primer piso los ruidos despertaron al retrato que había tras unas cortinas, que también se abrieron.

-          ¡MARDISIÓN GITANA PÁ TI Y PA TOS LOS TUYOS, PAYO!

-          ¡Calla vieja! –la insultó Zanky, ansioso por llegar a la cocina el primero.

    La vieja del retrato se quedó a cuadros, asombrada. Era una mujer muy vieja, con el pelo grisáceo mal tintado, una nariz ganchuda con una verruga y cuatro pelos encima del labio superior.

-          ¿Perdona? ¿Qué m’ha dicho?

    En el piso de abajo estaba Sirius, que chocó contra Zanky.

-          Ay, ayayayayai mi hombro, sniiif. Vaya Zanky, veo que has conocido a mi madre…

-          ¡Quita! ¡Que tengo hambre!

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