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23 febrero 2009

Capítulo 6: El Traslador 

La señora Weasley entró al dormitorio donde dormían Zanky y Ron y les despertó dando golpes con un cucharón en una olla.

 - ¡ARRIBAA! es hora de despertarse, venga, arriba, arriba, que hay que desayunar. Os quiero en 10 minutos abajo.

La señora Weasley entró también en el dormitorio de Jermayoni y Luna.

- Oi, ¿que te has caido de la cama, cielito?

- Hola.

- Hola Luna, bonica. ¡JERMAYONI! Ui, ¿dónde está Jerma? ¡aibá! con esos potingues en la cara pensé que eras un peluche... esto... ¡en 10 minutos abajo para desayunar!

- ¿O sea? yo necesito dos horas como mínimo, en diez minutos no tengo ni las tres capas de maquillaje.

- Te aguantas. Por cierto... aquí la comida tiene muchas calorías, bonica... 

- ¡Oh no! qué estrés, ¡qué estrés! me van a salir arrugas, o sea. 

Zanky se levantó despacio, Ron seguía dormido, así que aprovechó para vestirse y cuando fue a salir del cuerto gritó:

- ¡Señora Weasley! ¡Ron sigue durmiendo! 

- AHORA VOY YO Y VERÁS LO RÁPIDO QUE SE LEVANTA.

Zanky bajó a la cocina y se cruzó con la señora Weasley, que subía arremangándose las mangas. Se sentó en una silla y comenzó a comerse su plato de chuletón de cordero. A los Weasleys le gustaba desayunar fuerte. 

- QUE TE LEVANTEEEEEEEEES

- ¡Ya va! ¡ya va!

- Mamá, deja de chillar que algunos estamos durmiendo, ¡ostris!

- ¡MIENTRAS VIVAS BAJO MI PROPIO TECHO OIRÁS MIS GRITOS SI ME DA LA GANA, BILL!

- Ya, pero es que no vivo aquí...

- Ya lo sé, pedazo de gorrón. Ea, Ron, para abajo... ¡RON! ¡Los calzoncillos van por debajo del pantalón! 

A los cinco minutos ya estaban desayunando todos juntos, únicamente faltaban Charlie, Bill y Jermayoni. 

- Venga chicos, id dejando sitio para el potaje, y después nos vamos. Molly, cucuruchito mío - Zanky aguantó una arcada - ¿dónde has dejado las bolsas?

- ¿Perdona? yo no he preparado las mochilas, Arthur. Tú sabrás, ya que te encaprichaste en comprar las mochilas de camuflaje. ¡JERMAYONIIIIIIIII! COMO SUBA TE PINTO YO LOS MORROS.

- No, no, ya bajo, ya bajo... no subas ¿eh?

Cuando ya todos se hubieron acabado el potaje, el señor Weasley entregó una mochila a cada uno y se quedaron en la entrada de la casa, listos para partir.

- Oye mami.

- Dime Ron.

- ¿Charlie y Bill no vienen?

- Si cielo, pero ellos irán luego, se aparecerán allí. JERMAYONIIIIII ¿BAJAS O QUÉ?

- Que si, que ya estoy, ya estoy.

- ¿QUÉ ES ESO? - Molly se acercó sospechosamente a George. - Revisión. 

Esa era la palabra mágica para que los gemelos levantaran los brazos y abrieran las piernas, listos para ser registrados por su madre.

- No mami, mejor... mejor no lo toques.

- Oi... oii, oi,  estoy de explosivos hasta el moño, de verdad os lo digo. ¿Sois tan ilusos que os pensais que vais a poder llevarlos al estadio de Quidditch con la de seguridad que ha puesto el Ministerio? - Molly miró a Arthur. 

- Oh si, el Ministerio ha habilitado un campamento enorme, con hechizos repelentes de muggles, espacios para aparecerse, muy controlado todo, si, si, hasta Tita está como seguridad especial. Yo mismo puse trampas anti muggles, espero que alguno caiga, esos trocitos de queso parecían deliciosos. 

- JERMAYONIIIIIIII QUE VAIS A LLEGAR TARDEEEEE.

 - Si, si, ya voy.

 Al cabo de cinco minutos Molly ya tenía a Jermayoni agarrada por el cuello empujándola con el resto. Jermayoni a medio maquillar, con un maletín de belleza, estaba dándose una capa más de pintalabios color rosa clarito.

Caminaron durante un largo rato, cuando estaba amaneciendo, por una enorme explanada de huertas, y estaban a punto de adentarse en un pequeño bosque.

- Ai no, papi, no quiero entrar en el bosque. 

- Tranquilo Ron, nosotros te rodearemos, así esas ardillas no volverán a intentar meterte bellotas por la nariz.

Fred, George, Luna, el señor Weasley y Zanky rodeadon a Ron y atravesaron el bosque por un camino estrecho. Zanky oía ruidos entre los árboles, y veía algún que otro ojo pequeño vigilando desde la oscuridad.

-¡Oh! Mirad, ¡ardillas de Marte! - Luna fue corriendo hacia una ardilla cercana y se puso a jugar con ella.

- ¡Arthur! cuánto tiempo. Al fin llegáis, un poco más y perdéis el traslador.

- Si Amos, igual deberíamos haber desayunado más, nos hemos quedado sin fuerzas al llegar al bosque... ¿Y tu hijo? 

- ¡Oh! Mi Cedric está allí. Porque mi Cedric es muy rápido, mi Cedric es listísimo, mi Cedric es lo mejor. Aquí viene mi Cedric.

- Hola, soy Cedric.

El señor Diggory comenzó a aplaudir a su hijo, y éste levantó la barbilla.

- Encantado chico, yo soy el señor Weasley, estos son mis hijos Fred, George y Ron, ahí al fondo está Luna Lovegood y esa que está desesperada buscando un espejo es Jermayoni Granger, y este chico es Zanky Potter.

- ¡Zanky Potter! Mi Cedric te ganó el año pasado en un partido de Quidditch ¿eh? Mi Cedric me lo ha contado, mi Cedric no se cayó de la escoba y mi Cedric y su equipo os ganaron ¿eh? Si, es que mi Cedric es el mejor jugando al Quidditch, mi Cedric ha ganado a Zanky Potter.

Cedric levantaba más y más la barbilla, con pose de superhéroe.

- Dime, Amos, ¿qué es el traslador?

- ¡Oh! mi hijo Cedric lo encontró, mi Cedric dice que es esa apargata vieja y asquerosa. Y debe estar a punto de partir... ¿va a venir alguien más?

- Papáaaaa. 

Las ardillas habían dejado a Luna y estaban rodeando a Ron, cargadas con bellotas que le lanzaban a la cara, intentando meter por algún orificio. Cedric se escondió tras un árbol y volvió a salir, en esta ocasión con un antifaz amarillo, del mismo color que su capa y unos calconcillos dorados que llevaba por encima de los pantalones. Súper C corrió a rescatar a Ron, pegó una patada a cada ardilla y después de una pose triunfal, se escondió tras un árbol y volvió a aparecer Cedric vestido normal.

- ¡Cedric! ¡Te has vuelto a perder la aparición de Súper C, ha estado aquí, mientras tú te habías escondido tras el árbol!

- Vaya, qué mala suerte papá.

- Si, una pena, a este paso no lo verás nunca, y eso que lleva años apareciendo en casa, pero nada, que por una cosa u otra nunca coincidís.

La apargata comenzó a brillar.

- ¡Rápido chicos! ¡tocad la apargata antes de que se vaya!.

Todos corrieron a tocarla salvo Jermayoni.

- Yo no toco eso ni muerta, o sea, qué asco, mira, ¡si tiene hasta mugre del dueño!

- Pues si no corres te quedarás sola en este bosque, y puede que el dueño de la apargata quiera darte un besito...

- ¿Dónde hay que tocar?

Jermayoni tocó con una uña el traslador antes de que comenzara a girar sobre si misma, arrastrando a todos consigo. Algo tiró del ombligo de Zanky muy violentamente, y le soltó cuando la apargata se detuvo. Zanky abrió los ojos y miró a su alrededor. Se encontraban en un descampado enorme, donde más gente iba apareciendo con diferentes objetos. Miró a Jermayoni, que se puso una goma en el dedo con el que había rozado la apargata, como si pretendiera cortar una posible infección antes de que se extendiera por el resto del cuerpo.

A lo lejos oyeron unos gritos conocidos. 

- JERMAAAA TÍAAAA Qué casualidá, o sea, ¿pero tú no etaba en la Vega?

- Emm... si Jana, es que las Vegas están... pues aquí al lado, como quien dice... jejeje...

- Aaam, vaya, y yo que pensaba que esa siudá etaba en Xina... en fin... sus presento a don Enrique Arfarero, que é un paisano mío, venimo ende Madrí en tren, ala, to vuestro, que yo ya etoy hata er moño elegante que llevo de ér, que m'ha estao to el viaje anseñándome a distinguir un coxino d'un marrano... ¡Ven Enrique, ven! ¡que te presento a la Jermayoni!

Enrique era un chico grande, con barba de varios días, con una sola ceja muy poblada. Siempre llevaba una boina y traje de pueblo, con chaleco y un bastón, parecía un pastor.

- ¡Anda cojona! ¿Ande habéi encontrao mi arpargata buena?

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