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12 enero 2009


Capítulo 2: La Cicatriz

Zanky despertó de pronto, fue un despertar muy brusco, de pronto se vio en el suelo, reodeado de sábanas y migas de magdalenas y galletas de chocolate. El primer instinto fue llevarse las manos a la cicatriz en forma de Z de su frente, le ardía. Si no le hubiera dolido tanto su primera reacción hubiera sido muy distinta: sacar la lengua y limpiar los restos de magdalenas y galletas. Pero aquel sueño fue tan real, y el dolor en la cicatriz era tan intenso, que se vio obligado a levantarse y apretarse fuertemente la frente con las manos.

Cuando ya el dolor comenzaba a desaparecer comenzó a pensar, galleta en mano, en lo que había soñado. Cosita con delantal dando el biberón a alguna criatura... un sueño extraño sin duda, pero era tan real... hablaban de que iban a atraparle a él, a Zanky, y habían asesinado a alguien... a Zanky no le dio buena espina, y se quedó mirando la galleta, pensativo...

Podría escribir un mensaje a Tita Hagrid, llevaba semanas mandando casi diariamente galletas de chocolate a Zanky. Imaginó su reacción al enterarse del dolor de la cicatriz y del sueño "Haberle pegado una patada en la cara, la próxima vez que sueñes eso prende fuego a la casa y verás, todo solucionado, después la Tita se ocupa de cualquier posible superviviente, malotes a mí, ¡JÁ!". Aunque conociéndola bien... traería el mensaje en persona, y no quería ni imaginar cómo serían unas vacaciones con Tita Hagrid en casa de los Dursley.

También pensó en Jermayoni, que a estas alturas del verano debería estar tomando el sol en Miami por lo menos. Se preguntó siquiera si leería el mensaje, y su posible respuesta "Ponte una crema que disimule el hinchazón de la cicatriz, intenta difuminarla bien con tu tono de piel y sobre todo, no te toques el área afectada, repite el procedimiento almenos 2 veces al día y verás como nadie nota tu cicatriz."

Ni hablar de contar nada a Ron, imaginó su absurda respuesta "Ah, ¿Que tienes una cicatriz? ya no me cuentas las cosas, ¿por qué ya no me ajuntas? ¿qué te he hecho? sigues enfadado por lo de los churros... jo, ¡de verdad que lo siento! es que os fuísteis y claro, sería un desperdicio, ¡¡erdóname por favor, Zanky!" Además, le habían invitado este verano a pasar unos días a La Tejonera antes de los mundiales de Quidditch, y no quería preocupar a los Weasley con sueños extraños y dolores premenopáusicos. No, mejor no...

Y al director Dumbledore menos, aunque Albus era muy majo le imponía bastante su mera presencia, y no quería escribirle solo para decirle que le dolía la cicatriz, quizás le respondiera "Ui, si yo te contara... la osteoporosis me está matando, y tengo unos dolores de cadera cada mañana, increibles, además, la dentadura cada vez se me pega menos a la encía... pero bueno, me lo estoy pasando bien en la playa, estoy luciendo el nuevo bañador cortito de color fucsia chillón que me regaló Tita, me estoy poniendo de un moreno... ya verás ya... ¡besitos!"

Ni quiso imaginar contarle nada a Luna, a la Susan, o mucho menos a Jana, que llevaba semanas mandándole postales para que eligiera la que más le gustara para enviarlas a los "convidaos" a la boda. ¿Qué boda? Zanky tenía la impresión de que algo se le escapaba...

Si tuviera a alguien de confianza, alguien fugado de Azkaban, alguien que se pudiera convertir en perro... ¡No! mucho mejor, ¡Tenía a Sirius! su padrino. Sirius llevaba semanas jugando con Zanky a "Dónde está Siriito", Zanky debía adivinar dónde estaba su padrino a través de las pistas que le llegaban en las cartas que recibía de los loros. Sabía que ahora estaba en un lugar cálido, ya que sus cartas llegaban secas. Explicó a Sirius el dolor de su cicatriz y aquel extraño sueño, y mandó a Hedwig, su loro blanco, a que le hiciera llegar la carta.

Sirius era una ventaja ante los Dursleys, ya que Zanky les había amenazado con que tenía un padrino sicópata y si le faltaba de algo le avisaría para que viniera a jugar a los bolos con sus cabezas. Desde entonces, Zanky tenía total libertad en casa de sus tíos, aunque ahora, Dudley estaba a dieta, y por tanto, también toda la familia.

Cuando intentó cerrar la ventana algo le detuvo, a lo lejos vio algo brillar en dirección a él. No supo qué era hasta que entró reluciente en la habitación y cayó en la cama. Hubiera dado miedo a cualquiera, pero no a Zanky. Un disco plateado, muy bien afilado y brillante llevaba una nota que rezaba “¿Qué te ha pasado? Mi plato ha dicho que estabas en peligro, ¡dale caña al plato! Que está sediento de acción”.

Zanky se levantó para lanzar el plato de nuevo a Tita, dondequiera que estuviera, y bajó a desayunar a la cocina, allí estaba su tío y su primo, comiendo una mandarina pocha.

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